sábado, 22 de diciembre de 2007

viajando hasta 2-mil-8

(21ª parada)
“¡Comprobad qué bueno y qué delicia es la convivencia entre las personas cuando están unidas y en armonía!”.
(Salmo 133: 1)

Me preparo para un viaje dentro de un viaje. Puede parecer complicado, pero en verdad es bien sencillo: mañana es mi particular “día-D” y, después de casi un año (¡cuánto tiempo!), me marcho para reunirme con mi familia, que en estos días casi es cita obligada. En mi coche, me cruzaré la piel de toro (por cierto, ya oficialmente invernal y bastante congelada) un par de veces: ida y vuelta. Este “viaje dentro de otro viaje” me va a tener en marcha más tiempo de lo habitual, de modo que la próxima vez que haga una parada en mi “viaje principal” será ya el próximo año... Aunque suena lejano, no es para tanto. Estoy hablando de un par de semanas, más o menos.

Lo que tengo seguro es que voy a echar de menos a mis amigos y amigas del blogomundillo. Sí, os echaré de menos. Muchísimo. Lo más normal es que esté totalmente desconectado en los próximos días, así que me perderé vuestros asuntos hasta que me actualice a la vuelta. Me da un poco de penita, pero así son las vacaciones.

Una cosa que tengo clara es que esta casita que es close2u es tan mía como vuestra o tan vuestra como mía. Un día, puse un cimiento para levantar el refugio que me cobijara en las paradas de mi viaje. Pero ese refugio no sólo se ha construido con mis pensamientos (que quisieron anidar aquí, como yo digo), sino también con vuestros comentarios, que han sido los ladrillos, vigas, tejas... que han permitido que el refugio no quedara convertido en una ruina. Me alegro de que haya sido así. Sin vosotros, este blog apenas sería un diario personal que nadie más que yo iba a leer ¡y ya sé cuánto tiempo me dura a mí un diario personal...! Hubiera sido un viaje sin paradas. Pero me he dado cuenta de que me gusta detenerme en éste, mi viaje particular, para reencontrarme con todos mis amigos en la cabañita donde transcurren momentos de agradable compañía. Sin vuestros comentarios ya no existiría close2u. Por eso, hoy, antes de hacer las maletas, quiero acordarme con todo el corazón y la mente de cada uno de vosotros, que habéis permitido que vuestros comentarios también anidaran al lado de mis pensamientos ...aunque sólo haya sido por una vez. Y como cualquier orden puede valer, os voy a recordar alfabéticamente:

akhali (blog)
Tu único comentario ha sido mejor que el silencio. Gracias por colocar tu “ladrillito” que sirve para que este lugar sea más acogedor.

amparo (blog)
Me decías últimamente que te estabas enganchando a nuestra compañía... pues es todo un honor contar con la tuya. Ésta es tu casa.
Casi no encuentro tu blog, porque tu perfil no está disponible... pero gracias a que esto es una familia y todos los caminos llevan a Roma ...o a Amparo ;)

ana (blog)
¿Qué puedo decirte? En los últimos meses te he conocido mejor que en los otros treinta y tantos años. Sólo me pregunto: ¿cómo no me había dado cuenta de que eres tan-tan especial?
Nos vemos en un par de días. Besos.

aurora (blog)
¡Vecina de city! ¡Me encantan tus pinitos! Gracias por tus visitas, pero ¡ay, si se pudieran dejar comentarios gráficos...! Sería una gozada ;)
¿Navidades dibujando letras? Ya nos mostrarás...

avellaneda (blog)
Esta vez nos desquitamos del puente siendo (posiblemente) los primeros en pirarnos ;)
Mmmm... a ver si consigo ponerte en pie con la mano al pesho (jajaja):
Compañera
usted sabe
puede contar
conmigo
no hasta dos
o hasta diez
sino contar
conmigo
Va por ti, que me tienes flipado con tus poemas. Besos.

batanero (blog)
Espero que recuperes el sueño y pierdas el catarro (es un buen intercambio de “mercancías” ¿no?).
Gracias por tus comentarios, compañero del sur. Un fuerte abrazo.

carmen (blog)
Lorca escribió aquello de “Córdoba, lejana y sola”. Lejana, sí. Pero ¿sola? ¡¡Si te tiene a ti!!
Siempre compartiremos la Luna, ¿ok? Un besazo, lunática ;) ¡...y otro para Jane!
(me encanta cómo escribes, no puedo evitarlo)

celebrador (¡ya no encuentro tu blog!)
Un comentario tuyo me sirvió para acercarme a tu blog y quedé impresionado. Un blog de blogs... Vamos, para escuchar otros blogs ¡Excelente!
...pero no sé qué pasa que ya no lo encuentro :(
(¿dónde está?)

el instigador (blog)
Mushasho, lo tuyo es tremendo... Usté, sí, sí, usté: ¿nos puede decir cómo hace para escribir tan bien y tan ameno? Tus entradas siempre me parecen cortas ¡...es que me las devoro y siempre repito! ...Y la última: súper-conmovedora. Gracias.
Un abrazo de esos de palmada repiqueteada en la espalda jajaj
(oye, con nuestros votos no sé si te alcanza para el viaje a New York, pero el taxi hasta el aeropuerto no te lo quita nadie)

fesnan (blog)
Mano, a ti también te veré estos días ...aunque de pasada, como la visita del médico.
¿Escribirás algún post antes de que Alonso sea tricampeón? ;)
Hasta pronto

mademoiselle P (blog)
Te lo dije y te lo vuelvo a decir: admiro profundamente tu sensibilidad tan especial para contar las cosas (¡qué envidia me das! jaja)
Gracias por tus comentarios. Para mí, como abrir la ventana por las mañanas ;)

maría manuela (blog)
¿Y tú te haces llamar desalmada? jaja Almas bellas como ésta no se conocen a menudo.
Pero, bueno, no voy a ser yo quien te lleve la contraria ;)
Gracias por encontrarme en una parada y recorrer el camino hasta el origen para presenciar mi salida y dejarme tus comentarios. Un besazo.

mas de mí que de... lirio (blog)
Tus comentarios siempre son de una amabilidad exquisita. Eres una caricia ;)
Gracias y besos.

montt (blog)
¿Cómo es posible que una de las personas más famosas de Chile me haya dejado un comentario? Ni idea... pero ¡qué ilu!
Sólo decirte que me encantan tus viñetas. Es casi una cita cotidiana ;)

morgana (blog)
Tengo un comentario tuyo que (tirando del hilo) me llevó a un hermoso blog. Tus poderosos escritos en defensa de la fauna me cautivaron. ¡Fantástico!
Besos.

nerea (blog)
¡Mañica! Pero mira que me lo paso bien leyendo tus cosicas... Ha sido todo un gusto que ‘un zaragozano en la diáspora’ y ‘una zaragozana al pie del cañón’ hayan coincidido entre estas letras virtuales ;)
Que sepas que no puedo ver al erizo de los seguros sin pensar en ti jajaja
Muchos besos.
(por cierto: ¿a quién le debo mi primer meme? jaja)

pedro ojeda escudero (blog)
A Nerea le debo mi primer meme, pero creo que el que lanzó ese meme entre los blogueros fuiste tú. Me gustó la experiencia.
Un abrazo.

pilar (blog)
Me gusta cuando apareces en forma de comentario, aunque normalmente prefieras estar callada. Bueno, callada para comentar, quiero decir, porque en tu blog eres como una hormiguita que cada día almacena su post. Me encanta ;)
Gracias por estar aquí. Besos.

sib (blog)
No imaginas cuánto te admiro. Ese espíritu luchador lo quisiera yo para mí :)
Me gustaría ser siempre aliento para que no te falte en las batallas de cada día. Al menos, me inspiras a serlo.
Gracias por tus visitas (comentadas o no).
Mil besos y muchos abrazos para Álvaro (dile que me acuerdo mucho de él y que me alegró cantidad ver su última foto en el gimnasio).

soloyo (blog)
Si todavía no se ha patentado la “máquina” que transforma los malos rollos en energía positiva y funciona prácticamente las 24 horas del día, me voy a adelantar al resto del mundo ;)
Te comenté un día que eres como un faro que emite la luz curva con forma de sonrisa que no se acaba. Bueno, pues como decía un insectillo en la peli “Bichos”: no puedo dejar de mirar la luz, ¡es tan bonita...!
El día que tenga que devolverte toda la vida que me has dado (palabras, comentarios, entradas, fotos, risas...), ese día tengo que pedir un crédito que alucinas jajaja
Te quiero un montonazo. Besotes a discreción ;)

susana (blog)
¿Tanta creatividad concentrada en una sola persona? Increíble, pero cierto. Me gusta que lo compartas conmigo y aprecio mucho tus comentarios ;)
Un beso enorme.

tamara RL (blog)
Después de tu comentario visité tu blog y me pareció estupendo... ¡Qué bien escribes, chica! ¡Qué historias tan bien trenzadas!
Además, puede ser que compartamos algo: una profunda admiración por Edward Hopper ...n’est-ce pas? ;)
Besos.

tormenta (blog)
¡Que alegría me dan siempre tus comentarios! La misma que tengo cada vez que veo un nuevo post tuyo y no puedo contenerme para dejarte alguna cosilla. Eres genial :)
Espero que lo estés pasando bien con tu familia, ya me contarás.
Hacia allí va un súper-besazo que te envío con todo mi cariño por ti, amiga ;)

xiketä (blog)
El aire fresco que traes desde tan cerquita del campo siempre es bien acogido por los que seguimos encerrados en la urbe. Me alegra que desde que pusiste tu primer ladrillito en close2u te has convertido en ‘constructora habitual’. Muchas gracias por tu dedicación ;)
Seguiremos comprometidos con el arte, ¿a que sí?
Besos.

Os quiero un montón, a cada una de vosotras, a cada uno de vosotros.
Espero que paséis unos días memorables (¡...y espero que me lo contéis!)

Lo dicho: ¡Hasta pronto!

domingo, 16 de diciembre de 2007

días de vida y risas

(20ª parada)
“Un corazón alegre es la mejor medicina, mientras que el espíritu triste reseca los huesos”.

(Libro de los Proverbios, cap. 17: 22)

He cambiado algunas letras del título de aquella película de Blake Edwards de 1962, para hablar también de otra adicción. Mi última adicción...

Llevo casi un par de semanas entregado a la risa: me ha dado por reírme de todo y por todo. Reconozco que en público me contengo un poco para evitar que nadie piense que le estoy faltando al respeto o cachondeándome en sus barbas sin motivo. Yo, motivo sí que tengo: he decidido que quiero ser feliz, independientemente de las circunstancias y necesito de la energía que me da la risa. Así empezó todo. Me dije: chaval, elige: feliz o amargado, tú no tienes más opciones... Y sólo con desearlo y reírme cada día ya me siento mejor. Los problemas siguen ahí, pero como no se van a arreglar manteniendo un tenso aspecto de seriedad, prefiero lanzar al aire mi grito risueño y dar trabajo a todos esos músculos de la cara, del pecho y del abdomen que tanto me están haciendo gozar estos días... Empiezo a reírme de mí mismo y ya no puedo parar. Vayan bien o mal los asuntos de cada día, los lleno de risas para dejar constancia de que sigo vivo y quiero seguir vivo. Y de que no me voy a dejar vencer sin lucha. Una lucha en la que mi mejor arma será mi risa. Son mis días de vida y risas.

Así que he guardado en el desván el saco del pesimismo (que de nada bueno me ha servido hasta ahora) y, ligero de carga, sigo viaje. A mi lento ritmo tortuguil (eso sí), pero muerto de la risa (no, aquí hay una errata... quiero decir: vivo de la risa). Y, entre risas, dejo estos pensamientos de un librito que me regaló una amiga esta semana y que le agradezco de todo corazón:

felicidad
Hay felicidad cuando cada momento se usa de un modo valioso.
La felicidad es un sustento tan poderoso que puede volver fuerte a una persona débil.
Hace fáciles las cosas difíciles y ligeras las pesadas.
Mantenerse feliz y compartir la felicidad con los demás es un gran acto de caridad.
Pase lo que pase, no debo dejar de ser feliz.

optimismo
A medida que crece nuestra fuerza interior, abandonamos el hábito de preocuparnos. Para nada sirve, como no sea para llenarnos de tensión y hacernos sentir desdichados.
Cuando dejo de inquietarme por cosas que están más allá de mi control, y en cambio me concentro en crear pensamientos optimistas y bondadosos, mi vida se encauza en direcciones mucho más positivas.
Al encarar la vida con espíritu liviano y optimista puedo afrontar con calma todo lo que ella me
depare.

Si mantengo mi mente en calma, logro ver el significado profundo de cada situación.
Por muy malo que parezca ser un problema a primera vista, si soy positivo acabaré por ver cómo todo se ha resuelto de la mejor manera.

entusiasmo
Sin entusiasmo la vida se vuelve una experiencia monótona e insípida.
Cualquiera puede sentir entusiasmo por unos momentos, pero conservar un entusiasmo permanente a lo largo de la vida es todo un arte.
No obstante, el secreto es extremadamente simple: vivir en un estado de admiración; admirar las cualidades especiales de cada uno; admirar la maravilla de la naturaleza y dar gracias al ciclo de la vida y a la contribución que cada uno hace a él.
El entusiasmo es contagioso, en especial cuando está basado en la admiración y el amor por la vida.

extraído de Libro de las Virtudes, de Dadi Janki (Brahma Kumaris WSU)

Muchas gracias a tod@s l@s que me habéis inspirado para reírme. Os devuelvo el aliento en forma de risas. Vosotr@s sabéis quiénes sois ;)

post scríptum
Prometo que hoy tenía la intención de escribir sobre Maslow, pero es que me ha dado la risa y ya se ve lo que pasa... Otro día será lo de Maslow. No me olvido ;)
De momento, a reírse.

domingo, 9 de diciembre de 2007

bajar la media

(19ª parada)“En descanso y en reposo encontraréis libertad; en quietud y en confianza tendréis vuestra fortaleza”.
(Libro del profeta Isaías, cap. 30: 15)Por el título, que nadie se espere que vaya a hablar de una sesión de striptease. No van por ahí los tiros. Me refiero más bien a lo que sucede cuando levantas el pie del acelerador y reduces tu “velocidad de crucero”. Así se consigue bajar la (velocidad) media. Bueno, no parece ser éste un efecto deseado, excepto para la DGT, que lleva intentando que bajemos la media en las carreteras desde hace unos años. Siempre se ha fardado de llegar el primero a los sitios (“¿Coruña-Madrid en seis horas? Bah! Yo me lo hago en cinco...”), en los concursos se premia al que contesta más rápido (están por inventar el concurso definitivo: “El que piensa... ¡¡pierde!!”), se habla de niños-prodigio y JASP (valorando precisamente sus logros en el tiempo más breve: en los años mozos), queremos todo mucho más rápido y que nada nos haga perder ni un segundo de tiempo... el horno: microondas, la conexión de internet: ADSL de tropecientas megas, la cola de la caja: aún más rápida si se puede (habrá que pedir cita previa), los viajes: teletransporte instantáneo (el avión va demasiado lento)... Todo a la velocidad del rayo, todo con fecha de caducidad. En un mundo tan acelerado, una tortuga no es el animal más ‘popular’. Su velocidad exasperante no tiene cabida en estos tiempos, aunque (al final) acabe ganándoles carreras a las liebres... eso sí, no creo que la guardia civil de tráfico le quite muchos puntos. Y a pesar de todo, me siento identificado con el animalillo acorazado de la cara tristona (ya me gustaría que no tuviera una cara tan antipática, pero hay que aprender a aceptar a todo el mundo con sus virtudes y defectos): soy también amigo de la pausa, la calma, la tranquilidad. Jamás trabajaría en las urgencias de un hospital, porque (aparte de que me da bastante grima) se me morirían los pacientes por mi trato parsimonioso. La lentitud no es oportuna para todo en la vida. Pero sí es muy necesaria en general, aunque a estas alturas no queramos creerlo. Muchas veces hay que elegir entre parar-y-descansar o continuar-y-reventar. Aun sin llegar a estos extremos, es recomendable practicar la calma y la reflexión en la inmensa mayoría de los casos.

Recuerdo un detalle curioso de Alejandro de La Sota. El arquitecto pontevedrés solía dibujar los croquis iniciales de los proyectos que tenía en mente con la mano izquierda. Lo curioso es que Sota era diestro. Cuando le preguntaban que por qué hacía tal cosa, respondía que era lo mejor para dejar trabajar a la mente sin que la mano estorbara. Él decía que la cabeza y la mano iban a velocidades diferentes, más lenta la cabeza (que tiene que ir detallando lo que todavía no existe) que la mano (que va toda suelta a su aire), así que no había que permitir que la mano dirigiera a la cabeza, e “hiciera trampas”, sino que tenía que ser al revés: la cabeza siempre por delante. Por eso, la solución que él practicaba para ralentizar el ritmo de la mano era usar a la más lenta, la más torpe para él, la zurda. Es la única forma que conocía de domar su iniciativa. En fin, de “bajarle la media”.

Otro arquitecto que practicó la pausa en su vida fue el florentino Filippo Brunelleschi. Su obra más célebre es la cúpula del Duomo Santa María dei Fiori, en su ciudad natal. Sin entrar ahora en detalles técnicos que hacen a esta obra tan excepcional y cómo Brunelleschi sentó con ella las bases de una nueva forma de hacer arquitectura, diré que el joven Filippo ya había pinchado en hueso como escultor en el concurso para la realización de la puerta norte del baptisterio de Florencia, en 1401 (andaba por los 24 añitos). Participando con su obra “El sacrificio de Isaac”, quedó segundo por detrás de Ghiberti. Se sintió tan decepcionado que decidió dedicarse casi en exclusiva a la arquitectura (¡toma ya!). En este campo su formación lenta pero constante fue tan extraordinaria que sus conocimientos en múltiples campos vinculados a la práctica arquitectónica (diseño y cálculo de estructuras, leyes de la perspectiva, geometría y matemáticas en general) llegaron a estar a un nivel muy por encima del de sus contemporáneos. En el concurso de 1419 para diseñar la nueva cúpula de la catedral, otra vez quedan frente a frente Lorenzo Ghiberti (la fama por su trabajo en las “Puertas del Paraíso” del baptisterio era su mejor tarjeta de visita) y Filippo Brunelleschi, que cual tortuga ha caminado a paso lento pero ya ha superado a la liebre Ghiberti. Brunelleschi construyó (con la ayuda de Donatello y Nanni di Banco) un modelo para el concurso, con la precaución de dejarlo incompleto para guardar el secreto de su construcción. Su victoria fue muy ajustada, puesto que la solución que planteaba era demasiado innovadora como para ser comprendida y generó mucha polémica e incluso mofas a la hora de asumir el peso de la obra (en concreto, por parte de las corporaciones de la lana, que fueron las encargadas de subvencionar la construcción de la cúpula). Por ello, se encargó a los dos arquitectos que realizaran el proyecto. Ghiberti insistía en la imposibilidad de llevar a cabo los planos de Brunelleschi, por lo que no hubo acuerdo entre ambos. Brunelleschi simuló encontrarse enfermo y marchó a Roma, para dejar en manos de Ghiberti todo el proyecto. Y en este momento, Ghiberti se dio cuenta de su total incapacidad para resolver la situación. Finalmente, en 1423, Brunelleschi volvió para asumir la responsabilidad de la construcción de la cúpula de la catedral. La obra terminó en 1436, sin contar el trabajo de la gran linterna, que se prolongó hasta 1446 (meses antes del óbito del arquitecto). Por aquellos años, había dejado escrito que en su juventud jamás se habría sentido capaz de un proyecto de tal magnitud, que necesitaba tiempo para desarrollarse y estar bien preparado si quería abordar semejante tipo de tareas. En definitiva, que las grandes obras no surgen de repente, que necesitan muchos y continuos momentos de reflexión, de prueba, de maduración. De bajar la media de las cosas de la vida, de reducir el ‘nivel de ruido’ del entorno, para que la mente encuentre su lugar de desarrollo más favorable.

Ha estado bien este The Constitution Mega-Great-Bridge como oportunidad para bajar la media. Para pensar, reflexionar, seguir caminando y también parar. Pero ahora ya es momento para que raindrop se entregue plenamente al consumismo... ¡Y no lo digo porque se acerquen las fechas navideñas! Lo digo porque, tras la pausa, raindrop seguirá con-su-mismo caminar, con-su-mismo viaje y también (¿por qué no?) con-su-mismo ritmo de tortuga...

domingo, 2 de diciembre de 2007

el poder de las palabras

(18ª parada)
“Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz”.

(Libro del Génesis, cap.1: 3)

Con 11 añitos, en 6º de E.G.B., aprendí que las abejas se comunican bailando. Al parecer, fue un zoólogo austriaco y profesor de biología de la Universidad de Munich, llamado Karl von Frisch, quien dedicó varias décadas al estudio de esta curiosa forma de comunicación. Al final (de paso), premio Nobel al canto por el conjunto de sus estudios sobre la conducta animal. Me divertía pensar que las colmenas eran en realidad discotecas donde las abejillas ligaban a su manera después de la jornada de trabajo recolector. Nada muy diferente a lo que hacen los humanos... pero lo cierto es que tanto bamboleo sólo les sirve para seguir currando, que la única que liga en la colmena es la reina aunque no baile (entonces... ¿y lo de “dancing queen”?). En los documentales de naturaleza que se veían por entonces (Félix Rodríguez de la Fuente, magnífico producto nacional... ríete del National Geographic) seguí aprendiendo de los códigos animales para decir: “¡Eh, nena! ¡estás que te sales!”, “¡Cuidado que viene el lobo maloso!”, “¿Para comer? ¡pues ponte a la cola como el resto de mataos!”, “¡Tú, no te pases ni un pelo conmigo...!” y otras frases tan útiles como éstas. Se chocan cornamentas, se lanzan gruñidos, se despliegan plumajes, se levantan colitas, se segregan productos químicos, se cruzan miradas, se cambia de color, de tamaño,... Todo un extenso repertorio que hemos llegado a comprender.

Un aventajado como Aristóteles ya había definido, en el siglo IV a.C., al ser humano como animal político. Así, en su obra (¡cómo no!) 'Política' dejó escrito:

Es evidente que la ciudad es una realidad natural y que el hombre es, por naturaleza, un ser que vive en polis. Aquel que está sin ciudad es, por naturaleza y no por azar, o bien un ser degradado, o bien un ser superior al hombre; es como aquel a quien Homero echa en cara no tener “ni clan, ni ley, ni hogar” (...)
Así, pues, es patente la razón por la que el hombre es un animal político más que todos los otros, abejas o animales gregarios. Porque, como ya hemos dicho, la naturaleza no hace nada en vano, y sólo, de entre los animales, es el hombre el que habla. Sin duda que la voz (phoné) es señal de dolor y de placer (...) Pero la palabra (logos) es para mostrar lo útil y lo dañino, así como lo justo y lo injusto. Esto es, pues, lo propio del hombre en relación con los otros animales; sólo él capta el bien y el mal, lo justo y lo injusto, y otras cosas parecidas. Porque es la participación comunitaria de todo esto lo que hace la familia y la ciudad.


En resumen, Aristóteles define al hombre como “animal dotado de logos” y esta expresión se puede traducir como “animal dotado de palabra” o “animal dotado de razón”. La inteligencia de los seres humanos (de la mayoría, supongo) nos diferencia del resto de animales por la capacidad de formular juicios: con las palabras no nos limitamos a crear términos para designar los objetos, otros aspectos de la realidad o incluso conceptos abstractos, sino que estructuramos juicios expresados mediante proposiciones. Puede parecernos tan normal que obviemos su importancia, pero en esto radica el poder de las palabras. Que el hombre (como especie) sea racional (puntualizando: el que lo sea) es un hecho que se fundamenta en el lenguaje tan perfeccionado que posee. No nos limitamos a chocar los cuernos, desplegar las plumas, cambiar de color o levantar la cola, aunque también hagamos este tipo de cosas. Nuestra concepción de la realidad nos lleva mucho más lejos y el vehículo para llegar tan lejos son las palabras. Con ellas construimos y destruimos mundos con todo lo que contienen. Con ellas soñamos y pensamos. Con las palabras podemos comunicar prácticamente todo; al menos, lo intentamos (...y vaya si lo intentamos: ¿cuánto tiempo y dinero se emplea cada día en esa compulsiva necesidad de comunicarnos?). Por todo esto, no es de extrañar que haya personas que intenten tapar las bocas de otras, silenciar sus palabras, sus opiniones. Es algo repugnante, pero es la única forma que algunos conocen para tratar de desposeer de un poder connatural a los que son sus iguales. De dictadores ha estado (y sigue) el mundo lleno, y no sólo en el ámbito de los gobiernos mundiales. Ellos siempre han sabido que la pluma es más poderosa que la espada.

Y con estas herramientas de tanto poder a nuestra disposición, debemos plantearnos seriamente ¿qué uso les vamos a dar? ¿serán materiales de construcción? ¿serán armas de destrucción?
Hace poco, leí esta breve historia escrita por Dale Carnegie (prestigioso empresario estadounidense del siglo pasado y autor de libros de auto-ayuda), que me sirve de ilustración:

Un rey soñó que había perdido todos los dientes.
Después de despertar, mandó llamar a un sabio para que interpretase su sueño.
- ¡Qué desgracia, mi señor! -exclamó el sabio-. Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de vuestra majestad.
- ¡Qué insolencia! -gritó el rey enfurecido-. ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!
Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.
Más tarde pidió que le trajesen a otro sabio y le contó lo que había soñado.
Éste, después de escuchar al rey con atención, le dijo:
- ¡Excelso señor! Gran felicidad os ha sido reservada. El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.
Se iluminó el semblante del rey con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.
Cuando el sabio salía de palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
- ¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer sabio. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.
- Recuerda bien, amigo mío -respondió el segundo sabio-, que todo depende de la forma en que te expreses.


Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.
De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma en que se comunica provoca en algunos casos grandes problemas; puede cambiar el ánimo y la disposición de quienes te escuchan.
La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura, ciertamente será aceptada con agrado.
El hombre ha recibido el don de la palabra y cuando la emplea adecuadamente transmite mensajes que nos ayudan a ser mejores.


Es interesante tener siempre presente que las palabras que cultivamos nos puedan hacer mejores o peores, o que podamos beneficiar o perjudicar a otros con ellas. Así parece ser. Está en nuestra mente, la que nos pertenece y a la que pertenecemos. Es lo que somos. Las palabras y los pensamientos siempre se dan la vida mutuamente hasta el punto que cuesta saber qué fue primero (nuestra consciencia, el “uso de razón”, comienza cuando se domina el lenguaje, la palabra, el logos ...¡y viceversa!). Y, a pesar de todo, las cosas no son siempre tan meridianamente claras, ni las intenciones tan transparentes. La “diplomacia” puede llegar a pervertirse y dar paso a otros engendros, sobre todo cuando se la desposee de la verdad. El peor de ellos, la más siniestra forma de utilizar el poder de las palabras (en mi opinión), es la manipulación. Pero esto lo dejaré para otro día...

De momento, me quedo con lo realmente importante. Y es lo siguiente: que nadie pueda nunca silenciar nuestras palabras.

domingo, 25 de noviembre de 2007

"monopoly": globalización de la pobreza

(17ª parada)
“Cuando hagas la siega de tus campos, no siegues hasta los últimos rincones ni recojas las espigas que queden en lo segado. Tampoco rebusques tus viñas, ni recojas los racimos que caigan en ellas. Deja todo esto para que sirva a los pobres y a los extranjeros”.

(Libro del Levítico, cap. 19: 9-10)

He jugado al ajedrez, me gusta el ajedrez. Es un juego de guerra, pero su reglamento proporciona partidas incruentas y, aunque llegues a asediar a tu adversario, nunca llegas a ensañarte contra él. Sólo tratas de realizar un bonito juego combinativo, poner belleza en sesenta y cuatro escaques, coordinar estrategia y táctica. Y una vez terminada la partida (como dice aquella frase), el rey y el peón vuelven a la misma caja. Si amas el ajedrez, ya ganes, ya pierdas, ya hagas tablas, puedes tener la sensación de que has ganado de todas formas. Te sientes bien después de una gran partida, independientemente del resultado.

He jugado al 'monopoly'. Éste no es un juego de guerra, pero casi. Tienes que conseguir arruinar o destrozar sin piedad a varios rivales. Hay que ser implacable... Te alegras de la desgracia de tus contrarios: si tienen la mala suerte de acabar en la cárcel, mejor para ti; si un imprevisto de la partida les deja maltrecha la economía, mejor para ti; si por casualidad caen en esa propiedad tuya tan cara y además con hotel (lo que llevas esperando que suceda varias vueltas al tablero), mucho mejor para ti... Cuando el juego termina, sólo puede quedar uno con toda la pasta del resto. Si ganas, hasta te puedes sentir bien; pero si pierdes, ¡maldita sea, necesitarás otra partida para resarcirte! Las reglas son más abiertas: puedes negociar, aliarte temporalmente con otro jugador... y esto sí que te permite ser todo lo cruel que te consientan las vísceras.

Estamos jugando al monopoly. Llevamos siglos jugando a este maldito juego, pero da la sensación de que la partida estuviera a punto de terminar. Los ricos son ya demasiado ricos y los pobres demasiado pobres. Se juega con mucha saña, las reglas permiten todo lo deshonesto, todo lo depravado, que se pueda llegar a ser. En este siglo, todos estamos ya operados de las vísceras (y de tripas hemos hecho corazón), así que no hay impedimentos para abonar el tablero con lo peor que pueda generar la Humanidad. A los países pobres los tenemos trincados por sus 'partes blandas' y pronto tendrán que abandonar y dejarnos (o malvendernos) sus propiedades a los más ricos... Pero, dentro de los países ricos, también habrá que ir desembarazándose de todos aquellos elementos que impidan ganar la partida. Incluso en los países ricos hay demasiados pobres y el lastre de la pobreza puede ser muy perjudicial si se piensa en la victoria: mucho gasto social y muchas gaitas, que es como tratar de llenar un saco sin fondo. Además, los pobres ya no son clientes y, por tanto, hay que ir echándolos del juego.

No sé si nos alegramos de las desgracias ajenas (¡quiero creer que NO!), pero podemos estar llegando a ser sus causantes, ¿y qué hacemos? Se me encoge el corazón al ver tantas catástrofes que asolan las zonas más pobres y subdesarrolladas del planeta, sin que sus habitantes puedan hacer gran cosa. En los últimos años, una gran parte de esas tragedias puede haber aumentado su intensidad como consecuencia del cambio climático. Y somos los países desarrollados los principales responsables de ese cambio: nuestro ritmo de vida está tan acelerado que hemos desequilibrado el orden natural de forma irreversible, según ya vaticinan los científicos. Esto es jugar al monopoly de la forma más brutal. Las soluciones que les estamos dando a los sufridores de estos males son las ayudas que los gobiernos de los países ricos envían a los países pobres. La manzana de la bruja del cuento de Blancanieves tenía menos peligro que estas ayudas... Éste es el asunto: A lo que llamamos “ayudas” de los gobiernos, deberíamos llamarles más exactamente “préstamos que vosotros, países pobres, deberéis devolvernos con sus intereses”, porque es lo que son en realidad. Y es muy triste tener que admitirlo, pero es así. Cuando uno de nuestros gobiernos está aprobando este tipo de ayudas lo hace en estos términos: es un préstamo que debe ser devuelto, nada de donación a fondo perdido. Esto está sirviendo para que la deuda externa de los más pobres aumente de forma muy alarmante. Y con ello se consigue que los campeones mundiales de la pobreza nos deban un montón de favores y tengan su futuro literalmente hipotecado, en muchos casos por los problemas que nosotros mismos les estamos causando. Interesante forma de extorsión, pero así nos las gastamos los ricos cuando jugamos al monopoly. No es de extrañar que, en ciertas ocasiones, el gobernador de turno de alguno de estos países se vea obligado a rechazar las supuestas ayudas de sus 'preocupados benefactores', sólo porque no quiere tener que estar pagando favores indefinidamente. También es cierto que es difícil obviar las críticas que semejante decisión en un caso de emergencia van a llover tanto desde dentro como desde fuera del país afectado. Y esto sirve para aumentar la inestabilidad en la zona.

Es una forma muy sucia de jugar, pero todos estamos implicados en ella. En el antiguo pueblo de Israel, había leyes que trataban de aliviar la situación de los pobres y de los extranjeros con necesidades, de una forma muy sencilla: ya que tú tienes de sobra, permite que otros tengan de lo que a ti te sobra. Más sencillo no puede ser. La trituradora capitalista (verdadera máquina de picar carne) en la que estamos metidos nos está haciendo creer que ya no tenemos de sobra: ¡Estamos endeudados! ¡Nos falta, no nos sobra!: hipotecas, pagos aplazados, créditos... Pero ésta es la mentira más ladina que nos ha vendido el capitalismo. Porque, en el fondo, para el capitalismo no somos más que la mano de obra de sus ganancias, sus clientes potenciales de donde obtendrán su riqueza los ya muy ricos. Así que: gastemos. Y a ser posible: gastemos sin freno, muy por encima de nuestras posibilidades reales y, por supuesto, de nuestras verdaderas necesidades. ¡Ojo!: las navidades están ahí al lado. Habrá dinero para gastar a mansalva (con ese dinero se pagaría la deuda externa de varios países) y se encenderán luces y más luces sin sentido, con un gasto energético desmesurado e incomprensible en la coyuntura ambiental en que vivimos. Pero se hará. Y esto me hace desconfiar de los gobiernos que tenemos (sean del tipo que sean, aquí no voy a entrar, porque compruebo que los resultados son siempre muy parecidos al tratar este asunto) y me hace pensar que los verdaderos remedios no consisten en delegar en estos gobiernos la solución de los problemas que ha causado “el monopoly”, sino en asumir como propia, de cada ciudadano, la tarea de reparar las desgracias ajenas.

Se dice que la unión hace la fuerza ...¡Y vaya si es verdad! Nuestro gobierno ha aprobado una ayuda (es decir, aunque no se dice, préstamo) de 750.000 euros para las víctimas del ciclón 'Sidr' en Bangladesh. Si hubiera 20 millones de españoles que apartáramos tan sólo 1 euro cada uno de las compras de navidad y lo donáramos para cubrir esta emergencia, tendríamos una verdadera ayuda (sin devoluciones) de 20 millones de euros. Los números no mienten. Alguien se hará la pregunta: Pero, ¿cómo hago llegar mi euro hasta Bangladesh? Pues habrá que darse el trabajo de investigar qué personas de confianza están llevando a cabo estas tareas con eficacia, sin avaricia y con transparencia. Para empezar a tirar del hilo, se me ocurre consultar, por ejemplo, a la Fundación Lealtad, que es una guía de la transparencia y buenas prácticas de las ONGs y ONGDs, ONGs de Desarrollo ...e insisto en lo de “No Gubernamental”, porque creo que de los gobiernos no vendrán las soluciones por iniciativa propia. En fin, que no hay excusa posible.

El mejor regalo que hoy (no esperemos a la navidad) podemos hacer a los países pobres es recoger las fichas, las casitas verdes, los hoteles rojos, los billetes de pega, plegar el tablero de cartón, meter todo en su caja y no volver a sacar más el dichoso monopoly del armario de los juegos.
Siempre nos quedará el ajedrez.

domingo, 18 de noviembre de 2007

cuestiones de forma

(16ª parada)
“Le respondió Dios a Samuel: No te fijes en su apariencia, ni en su elevada estatura, porque yo no lo tengo en cuenta. Dios no mira lo mismo que miran los hombres: los hombres miran lo que está delante de sus ojos, pero Dios mira el corazón”.

(Libro 1º del profeta Samuel, cap. 16: 7)

Voy a comenzar como lo dejé, con Umberto Eco. Hay un momento en su novela “El nombre de la rosa” que disfruto con especial deleite: sucede en ‘Tercer Día. Vísperas’. Fray Guillermo de Baskerville y Adso de Melk (tal como si fueran los Sherlock y Watson medievales) están tratando de descifrar los secretos del laberinto que es la biblioteca de la abadía donde transcurre la trama del libro. Guillermo (gran erudito, él) piensa en lo bueno que sería contar con una máquina para orientarse dentro del laberinto (“capaz de reconocer el norte de noche y en un lugar cerrado, desde donde no se pudiera ver el sol ni las estrellas”), que funcionara tanto dentro como fuera de la biblioteca. Esta máquina aprovecharía la fuerza de una “piedra prodigiosa que atrae al hierro”. Varios científicos de la época ya han estudiado el fenómeno: Roger Bacon, Pierre de Maricourt e, incluso, el sabio árabe Baylek al Qabayaki, quien ha descrito la manera más sencilla de utilizar la máquina. Sí, ya sé que nunca habéis oído hablar de nada tan parecido a una brújula... pero estamos en la primera mitad del siglo XIV y las cosas no son tan sencillas... En medio de la conversación que ocupa a los dos personajes, se enciende una bombilla en la cabeza de Guillermo, y aquí es donde yo ya me relamo de gusto. Voy a transcribir partes del diálogo (comienza hablando Guillermo):

- (...) Espera, se me ocurre otra idea. La máquina señalaría también hacia el norte si estuviésemos fuera del laberinto, ¿verdad?
- Sí, pero entonces no la necesitaríamos, porque tendríamos el sol y las estrellas.
- Lo sé, lo sé. Pero si la máquina funciona tanto fuera como dentro, ¿por qué no sucedería otro tanto con nuestra cabeza?
- ¿Nuestra cabeza? Claro que también funciona fuera. ¡Desde fuera sabemos perfectamente cuál es la orientación del Edificio! ¡Pero cuando estamos dentro es cuando ya no entendemos nada!
- Eso mismo. Pero, olvida ahora la máquina. Pensando en la máquina he acabado pensando en las leyes naturales y en las leyes de nuestro pensamiento. Lo que importa es lo siguiente: debemos encontrar desde fuera un modo de describir el Edificio tal como es por dentro...
(...)
- Espléndido descubrimiento, pero entonces, ¿por qué es tan difícil orientarse en ella?
- Porque lo que no corresponde a ley matemática alguna es la disposición de los pasos. (...) El máximo de confusión logrado a través del máximo de orden: el cálculo me parece sublime. Los constructores de la biblioteca eran grandes maestros.
(...)
- ¿Cómo habéis sido capaz de resolver -dije admirado- el misterio de la biblioteca observándola desde fuera, si no habíais podido resolverlo cuando estuvisteis dentro?
- Así es como conoce Dios el mundo, porque lo ha concebido en su mente, o sea, en cierto sentido, desde fuera, antes de crearlo, mientras que nosotros no logramos conocer su regla, porque vivimos dentro de él y lo hemos encontrado ya hecho.
- ¡Así pueden conocerse las cosas mirándolas desde fuera!
- Las cosas del arte, porque en nuestra mente volvemos a recorrer los pasos que dio el artífice. No las cosas de la naturaleza, porque no son obra de nuestra mente.



Hasta aquí con “El nombre de la rosa”. Ahora paso a una denuncia: un claro anti-ejemplo de lo expuesto anteriormente es el museo Guggenheim de Bilbao del arquitecto (?) Frank Gehry. Y ya sé que este tipo de declaraciones sirve para ganarse ‘enemigos’ (aunque por este motivo, no me importa lo más mínimo: ¡vale la pena!). También sé que no es comprensible que raindrop (alias don-nadie, en este mundillo) critique a todo un premio Pritzker (no sé qué tiene este premio que acaba por reblandecer el seso de los premiados) de reconocida fama internacional. Me da igual... el capricho me lo he dado fuera de aquí y me lo doy también aquí. Pero debo justificar mi denuncia: ¿Una irregular boñiga de titanio para albergar salas paralelepipédicas? ¿Quién lo entiende? Uno de los valores por excelencia de la arquitectura (¡de la arquitectura de verdad!) es su coherencia formal. Y uno de los matices de esa coherencia es la estudiada correspondencia entre el interior y el exterior. En este museo no existe ese valor. Desde este punto de vista, no se puede justificar arquitectónicamente. Para el caso, se podría haber concebido una escultura y no pasaría nada. La mayor parte de la gente conoce al Guggenheim de Bilbao como una escultura. Luego, entras al edificio y es como si entraras en otro edificio diferente.

Comprendo que hay una justificación como icono mediático, como imagen de una ciudad (todo Bilbao concentrado en este edificio), que es lo que lo ha llevado a la fama ...aparte de la brutal campaña propagandístico-interesada que se hizo en su momento para encumbrar a esta birria arquitectónica a la altura de ‘maravilla del mundo mundial’. Pero ésta es una cuestión que está al margen de lo real y meramente arquitectónico y tiene más que ver con lo mercantil.

En realidad, la práctica de la arquitectura nunca estuvo desvinculada de la práctica del poder. Y, en muchas ocasiones (sobre todo las más recientes), ha sido toda una pena. El momento más dulce de la reciente arquitectura, el Movimiento Moderno de los grandes maestros de la primera mitad del siglo XX, padeció por este motivo. El auge de los totalitarismos de todo signo que cubrieron la Europa de aquellos años provocó un extraño fenómeno: En la Alemania nazi, grandísimos arquitectos como Mies van der Rohe, Walter Gropius, Erich Mendelshon y tantos otros tuvieron que exiliarse a Estados Unidos (difíciles comienzos ¡hablando alemán en Chicago!), mientras en el viejo continente triunfaban tipos como Albert Speer (condenado a 20 años de prisión en el proceso de Nüremberg), de sobrada capacidad de trabajo y bastante talento, pero consagrado a satisfacer el ‘gusto’ de su patrón por un rancio clasicismo, adicto a saludar al estilo de los emperadores y llenar frontispicios con sus águilas. En Italia, más de lo mismo, aunque con matices: vuelta a la Roma clásica y saludo con brazo extendido, algo así como un anacrónico ¡ave, duce!, mientras el (ingenuo pero audaz) manifiesto futurista de Marinetti y los suyos irá quedando muerto de risa en la práctica, pese a la admiración inicial y adhesiones a la causa. Y es así como algunos pocos arquitectos que emprendieron la interpretación (que no copia) de lo clásico, igual que sus exiliados colegas alemanes, no desaparecen completamente de escena (por ejemplo, el genial Terragni deja obras igualmente geniales como la Casa del Fascio en Como), sino que sobreviven porque su producción se adapta con maestría a una imposición de estilos más ‘apropiados’ para el régimen. Curioso es el caso de la Unión Soviética, donde toda una generación de buenos arquitectos, muchos de ellos integrantes de la corriente del constructivismo ruso (Tatlin, Ginzburg, los hermanos Vesnin, Melnikov e incluso El Lissitzky desde Alemania), ven difícil continuar con sus trabajos por el deseo de Stalin de imponer un clasicismo que, siendo ajeno a la tradición rusa, se reconoce como ‘arma de poder’ para apabullamiento del pueblo con estilos de otra época pero considerados universales, en cuanto a demostración de intenciones se refiere.

En Francia, después de terminada la guerra contra los regímenes fascistas, el sueño de la razón de Le Corbusier (encarnado, por ejemplo, en sus “cinco puntos de una nueva arquitectura” o en su comprensión de la vivienda como “machine à habiter”) va produciendo monstruos (¡benditos monstruos!) como la capilla de Nôtre-Dame-du-Haut en Ronchamp, pasando de su racionalismo-purista a un expresionismo de denuncia por la sinrazón de la guerra. Pero sigue siendo el mismo: son las otras caras del mismo genio. Éste sí es un ejemplo a seguir. Al norte, los escandinavos (aun habiendo sufrido el conflicto bélico, pero como si nada hubiera pasado) retomarán su naturalista interpretación del clasicismo. Destaca el finlandés Alvar Aalto, que justo antes de la guerra había dejado, entre otras obras: su villa Mairea, un partenón finlandés que en nada se parece al templo griego de la acrópolis; la biblioteca de Viipuri, Finlandia (hoy Viborg, Rusia, ...cosas de la guerra) y que, después de 1945, seguirá enriqueciendo el panorama arquitectónico sin dejar de ser fiel a su estilo. Otro gran maestro que se convierte en ejemplo.

Los órdenes clásicos surgieron de necesidades constructivas y se combinaron con elementos decorativos para suavizar y completar el impacto de esas soluciones meramente funcionales. Pero de ahí, han llegado a convertirse erróneamente en fines en sí mismos. Es curioso ver cómo en tantas ocasiones se utilizan elementos tomados de esta tradición sin criterio que lo justifique (es como si fueran buenos sólo por ser lo que son, tal como lo pensaron aquellos dictadores): columnatas, capiteles, frontones... mientras que la interpretación que los arquitectos del Movimiento Moderno quisieron dar a esta corriente no fue entendida como clásica. ¡Pero si son tan clásicos como los clásicos! Su forma responde a los mismos contenidos y es consecuencia de ellos, pero en otro momento histórico, con otros materiales, otras necesidades, otros sistemas. Eso sí, estaban impregnados de ‘insoportable democracia’, algo intolerable para aquellas mentes pequeñas. Lo otro (la mera copia) es una absurda descontextualización. Como el fin de los totalitarismos aún no ha llegado (sólo se disfrazan bajo el nombre de ‘capitalismo’) no es posible asistir al portazo definitivo a lo peor de lo clásico: sus copias o sus reacciones. En este sentido, contamos con el adaptado (¿o adoptado?) Gehry, quien se ha especializado en ser voz de su amo, en inflar presupuestos con sus exagerados honorarios y en sacar rentabilidad a su producción a través de la propaganda de sus promotores. Dicen que es bueno, pero yo no me lo creo. Es el tipo de farsante con quien el capitalismo-que-utiliza-la-arquitectura está encantado, porque le permite realizar jugosas inversiones: mucha pasta a cambio de crear imágenes artificiosas que seduzcan por bombardeo y permitan recuperar varias veces el capital de partida. Pero de arquitectura, nada o casi nada. Desde mi punto de vista, así están funcionando muchas cosas hoy en día: se ha dado el carpetazo a los contenidos y se vive en exclusiva en el campo de las (más que discutibles) formas...

Tengo una manzana entre mis manos. La forma de la manzana es sensiblemente esférica, pero con matices importantes: se adivina otra geometría en su interior... La ‘cintura’ de la manzana, aunque parece circular, resulta de la combinación con un pentágono.

¿Por qué? Voy a contradecir un poco a Guillermo, ya que el conocimiento de la Naturaleza ha aumentado mucho desde entonces ...y en la Naturaleza se puede confiar más que en muchos arquitectos. No hay que olvidar que el manzano es un árbol de la familia de las rosáceas y que éstas tienen la costumbre de producir flores de cinco pétalos. La manzana sí es un ejemplo de coherencia formal entre su interior y su exterior. Si se observa el interior de la manzana, allí donde está su corazón también está su rosa.

domingo, 11 de noviembre de 2007

esto va de memes

(sin parada)

Y así, en marcha, voy a tratar de explicar qué es esto de un meme. Para mí es algo totalmente nuevo. El “invento” me llega de Nerea que, en su entrada del 10 de noviembre me hace este regalito que acepto encantado.

En definitiva, se trata de participar en un juego en el que los libros (y sus lectores) son los protagonistas. Te explico en qué consiste: Ese libro que tanta compañía te hace, ahí, cerquita de ti, pues vas y lo abres por la página 123 (si no tiene página 123, habrá que buscar un 'compañero' que sí tenga) y escribes en tu blog las 5 primeras líneas de esa página. Esto es el meme. Y hoy me ha tocado a mí. El juego te llega de alguien y se lo tienes que pasar a alguien: eso hay que indicarlo en el blog (junto con las reglas del meme, que es lo que yo acabo de contar y de lo que hasta ayer no tenía ni idea). Como decía, ha sido otra mañica, Nerea, quien se ha acordado de mí, así que me pongo manos a la obra.

Lo primero va a ser elegir el libro. Ahora que las circunstancias de la vida me han dejado una mesilla libre a cada lado de la cama, utilizo en exclusiva una de ellas para ir amontonando la pila de libros que me acompañan en esas (más que frecuentes para mi gusto) noches de insomnio. Y allí están:

El péndulo de Foucault (de Umberto Eco). ¿Es que nunca me voy a cansar de este libro? Ya lo he leído varias veces y todavía vuelvo a él de cuando en cuando, temeroso porque sé que alguien sabe que yo ya soy parte de la trama...

El arte. Auguste Rodin. Una serie de entrevistas con el escultor, recopiladas por Paul Gsell. Interesante, aunque a Rodin siempre le voy a tener en cuenta su affair con la Claudel. Imperdonable.

Alejandro de la Sota. Escritos, conversaciones, conferencias. De una edición a cargo de Moisés Puente. Con Moisés coincidí un año en la Escuela de Arquitectura de A Coruña. Luego, él marchó a Roma y terminó la carrera en Barcelona. De Alejandro de la Sota ¿qué puedo decir? Genial. Belleza a raudales en su obra y en su vida. Alberto Noguerol, profesor de Proyectos en la ETSAC, que lo conocía bien, nos decía: “¡Hasta su mujer era hermosísima...!”.

El arte de amar (de Erich Fromm). Este libro ya me sirvió en una ocasión para escribir sobre Schweitzer en el blog (incluso lo tengo mencionado en mi perfil). En aquel post decía que para mí es lectura obligatoria. Desde que me lo regaló la que en 1996 era mi novia, no he dejado de leerlo.

La biología del amor (del dr. Arthur Janov). Es sorprendente comprobar de qué forma nuestras experiencias pre-conscientes van modelando nuestro cerebro y cómo ese cerebro luego permitirá o negará nuevas experiencias. Janov ha expuesto la teoría de la terapia primal en otro de sus libros. Lo cierto es que a mí la lectura de este libro me agobia un poco, pero... (el que esté libre de traumas que tire la primera piedra).

Con el paso del tiempo, mi biblioteca y mi mesilla se van intercambiando los libros, pero la fotografía de hoy está así. Me parece que voy a revisar la página 123 de cada libro a ver qué me encuentro... Y os dejo con:

“- Es el sistema más simple. Consideren ustedes sólo el círculo externo. Cada letra del mensaje en clave se reemplaza por la letra precedente. Por A se escribe Z, por B se escribe A, etcétera, etcétera. Cosa de niños para un agente secreto de hoy, pero, para aquellos tiempos, brujería. Naturalmente, para descifrar se procede a la inversa: cada letra del mensaje cifrado se reemplaza por la letra siguiente.”
(he tenido que añadir media línea más, de la 6ª, para acabar la frase)

Y también os adjunto la imagen que había sobre estas 5 primeras líneas (y media):

Ahora, el jueguito sería adivinar de cuál de los cinco libros anteriores son estas líneas e imagen, pero creo que es evidente:

EL PÉNDULO DE FOUCAULT
Umberto Eco
Ed. Bompiani-Lumen (Palabra Menor, 87)

Y en este instante, me toca pasar el testigo del entretenimiento. Y pienso en soloyo, porque me encanta sucumbir a su avalancha de buenas vibraciones. Dinos, guapa, ¿qué estás leyendo?

lunes, 5 de noviembre de 2007

tocála, ché!

(15ª parada)
"Tenía Abram 99 años cuando el Eterno se acercó a él y le dijo: Yo soy Dios Todopoderoso; camina delante de mí y sé íntegro".
(Libro del Génesis, cap. 17: 1)

Después de cruzar este The All-the-Saints Great Bridge, uno se queda extraño: ya no sabe si es mejor parar o seguir marcha. Creo que las dos opciones me cansan por igual. La primera, por esa sensación de que la rutina espera inexorable cobrar su tributo de hastío después de haberle dado la espalda durante unos días (y habrá que pagar en marcha, claro) y la segunda, por la pereza con que esta relativa inactividad llena cuerpo y mente, aletargándolos... Pero supongo que escribir revitaliza: por poner en funcionamiento neuronas remolonas y por el placer del reencuentro en el área de descanso del blog.

Hoy fue el cumpleaños de César Luis Menotti ('el flaco' Menotti) y le esperaban nada menos que 69 velitas en su tarta. Y para mí es el pretexto ideal para arrancar esta entrada. Parece que va de fútbol. Bueno, sí y no. El fútbol será una excusa para dar otra vuelta de tuerca al asunto de “to be or not to be” (y, seguramente, continuaré en otra ocasión dándole más todavía a la llave inglesa).

En fin, me gusta el fútbol, sí. Aunque le quitaría muchas cosas que lo hacen bastante detestable: la incomprensible violencia física y verbal de los espectadores descerebrados (demasiados para mi gusto), los sueldos impúdicos y desorbitados de bastantes futbolistas, el marrullerismo y la falta de deportividad de algunos ‘profesionales del teatro’ infiltrados en este circo, el cabreante colapso de las ciudades por el evento-espectáculo deportivo, etc. Es el tipo de cosas que me están haciendo descreer poco a poco de esta frívola religión; pero me sorprende cómo parece quedar siempre una llamita en el interior que inexplicablemente sobrevive a todas estas afrentas. Mientras tanto, en el rectángulo verde con anexos de hormigón parecen resumirse aspectos de la vida en pequeña escala. Como en casi todos los juegos, las actitudes de los participantes son semejantes a las actitudes de las personas de carne y hueso en circunstancias reales de la vida.

Hoy, frente a frente: César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo. Menottistas versus bilardistas. Para quien no esté muy al tanto, diré que son dos formas contrapuestas de entender el fútbol (siempre con matices, que ni mucho menos en el fútbol sucede que lo blanco sea blanco ni lo negro sea negro).

Menotti representa el fútbol por el placer del juego: Esto es un espectáculo, un arte, ¿no? Pues démosle el brillo que merece, juguemos bien. El equipo juega para ganar, pero vamos a plantear éste como un objetivo al que llegaremos por un camino tan importante como la propia meta: JUGAR BIEN. Los jugadores deben tocar el balón con arte, moverse con destreza, dibujar el juego sobre el césped como si fuera un cuadro hermoso. Ganar sin jugar bien casi es como no ganar, porque hemos fallado en el camino. Jugar bien (dando espectáculo) y no ganar es un mal ahora, pero es el camino del éxito futuro en que se jugará bien y se ganará. ¿Por qué quiere ver una persona un partido de fútbol? ¿Sólo por el resultado? Si fuera así, podría ahorrarse 90 minutos y ver el resultado al final en un breve instante. Esos 90 minutos debemos hacerlos lo más inolvidables posible con el arte de nuestras piernas y un balón.

Bilardo coincide con el objetivo final: GANAR. Pero ganar es más importante que la forma cómo se consiga esta meta. Todo vale. Si hay que jugar bien para ganar, pues se juega bien (pero dudo que sea lo más eficaz, hay atajos mejores). Si hay que destruir el juego, pues se lo destruye. Si hay que pisar al rival, pues se lo pisa. Aquí no somos amigos de los que visten otros colores, somos sus enemigos. Esto no es deporte, es la guerra. Cualquier cosa sirve si motiva a mis jugadores para que ganen. Nosotros volveremos a casa con los puntos, el contrario sólo puede llevarse puntos si son de sutura. Ganar habiendo jugado mal: se ha ganado, que es lo importante. Con el tiempo se recordarán los resultados, cuántas copas has ganado, cuántos títulos. Lo demás no sirve. Jugar bien a costa de la derrota es un rollo inventado por supuestos artistas para convencer a los perdedores de que una derrota no es una derrota. Una mala mentira.

Hace unos días (28 de octubre) me preguntaba si me conozco a mí mismo, lo que realmente SOY, no las máscaras tras las que me escondo. Hace muchos más días (15 de septiembre) también intentaba entender si mi comportamiento es de actor o de reactor. Me interesa cuestionarme estos asuntos. Y hoy me pregunto: ¿Soy Menotti o soy Bilardo? ¿Quién me gusta ser? Porque puede que para mí la vida sea un jogo bonito, un tiki-taka, que me vaya llevando a mis metas pero no de cualquier manera, sino con arte, con elegancia. En ocasiones hasta puede que no llegue a alcanzarlas, pero se trata de mantener fidelidad a un estilo, no abandonarlo porque pinten bastos. Y esto plantea dudas, porque cuando todo va bien (cuando los resultados acompañan) qué fácil es seguir practicando el jogo bonito. Pero, ¿y cuándo la proa parece (insisto: parece) que no está enfilada hacia la meta? ¿seguiremos con el tiki-taka? Por el contrario, puede que esté convencido de que lo significativo en esta vida es llegar a los sitios sin importar a quién tenga que pisar, cómo me tenga que vender (o a quién tenga que vender), a cuántos dejaré o perderé por el camino, pero siempre firme, sin dudas, amparado por los resultados. Si los resultados son buenos, todo se da por bien empleado (“el fin justifica los medios”, ¿no?). Y lo digo sin la hipocresía del que piensa que hay que hacer las cosas de determinada manera, pero sólo busca resultados. Entonces, la manera poco importa, lo que importan son los resultados y todo se sacrifica en el altar del éxito. En fin, como en fútbol, dos maneras opuestas de jugar. Y yo no voy a ser conciencia de nadie.

Menotti (¡tocála!) frente a Bilardo (¡pisálo!). Que cada uno elija cómo quiere jugar.

domingo, 28 de octubre de 2007

to be or not to be

(14ª parada)
"Dios le respondió a Moisés: YO SOY EL QUE SOY, y le dirás al pueblo de Israel: YO SOY me ha enviado a vosotros".
(Libro del Éxodo, cap. 3: 14)

Solemos expresarnos de esta forma:
soy Marta Vargas, soy rubio, soy andaluz, soy licenciada en filología germánica, soy tímida, soy buen cocinero, soy el marido de Ana, soy profesor universitario, soy santanderina, soy alta, soy un profesional, soy italiana, soy ingeniero de telecomunicaciones, soy la madre de Carlos, soy un desastre, soy cinéfilo, soy millonario, soy hijo de Lorenzo Martín, soy melómana, soy presidente de la comunidad de vecinos, soy del Betis, soy fumadora,...

Pero, en realidad, queremos decir (de alguna manera):
me llamo Marta Vargas, el color de mi pelo es rubio, nací en Andalucía (casualidad de la vida, aunque me gusta compartir la forma de ser y cultura de este lugar), obtuve una licenciatura en filología germánica, me cuesta comenzar o mantener relaciones fluidas con otras personas, tengo mucha habilidad para cocinar, estoy casado con Ana, mi trabajo consiste en dar clases en una universidad, he nacido en Santander, mi estatura supera la media, gano dinero con mi trabajo, tengo la nacionalidad italiana (por nacimiento o por decisión propia) con todo lo que esto supone, tengo la formación necesaria para desarrollar el trabajo de un ingeniero de telecomunicaciones, di a luz a Carlos y esto ha supuesto algo muy importante en mi vida, tengo facilidad para arruinar cosas o situaciones, me encanta ver cine, tengo una importante cantidad de dinero, mi padre se llama Lorenzo Martín, tengo pasión por la música, desempeño el cargo de presidente de la comunidad de vecinos, me alegro y me entristezco por causa del Betis, tengo el hábito de fumar,...

Entonces, parece que (por nuestra forma de expresarnos) quisiéramos esconder nuestro verdadero SER detrás de:
un nombre, un color de pelo, una comunidad autónoma, una titulación, una forma de reaccionar, una destreza, una pareja, un puesto de trabajo, una ciudad, una apariencia física, una capacidad, una nacionalidad, una formación, un hijo, un 'vicio', una afición, una fortuna, un padre, una pasión, un cargo, un equipo de fútbol, un hábito,...

Es cierto que las expresiones del primer párrafo son más cortas (y más cómodas). Por eso las adoptamos para definirnos de alguna manera, pero (a cambio) lo hacemos con más inexactitud: Es difícil que podamos llegar a definir lo que somos citando tan sólo una pequeña parte de todo lo que en realidad somos. Es una tarea muy difícil llegar a saber quiénes somos y, normalmente, parece que la dejamos inconclusa a lo largo de nuestra vida. Nos centramos en unas cuantas cositas y 'descuidamos' el resto. "Conócete a ti mismo" (el 'nosce te ipsum' latino o el 'gnothi seauton' griego) era una inscripción puesta por los siete sabios en el atrio del templo de Delfos y es clásica en el pensamiento griego. En todos los tiempos, muchos pensadores han reflexionado sobre esta frase con variados matices, siguiendo el ejemplo de Sócrates y Platón (en concreto, Platón lo orienta hacia la verdadera sabiduría en un magnífico sistema de pensamiento). Es tarea de toda una vida. Pero, a veces, nos gusta tan poco lo que descubrimos en nosotros o tenemos percepciones tan poco realistas de nuestro verdadero ser, que seguimos siendo unos auténticos desconocidos para nosotros mismos. Hay que profundizar un poco más.

En Le Petit Prince, uno de los personajes acaba llamando mi atención poderosamente sobre todos los demás. Su aparición en escena provoca un cierto punto de inflexión en el relato para acabar de dar sentido a su desenlace. Es el zorro (le renard). En principio, uno sospecharía del zorro: ¡nos han enseñado en las fábulas a desconfiar de los arteros zorros! Pero Saint-Exupéry dota al zorro de una sabiduría y sensibilidad muy especiales. Ahí van unas muestras:

(cap. XXI)
Él [el pequeño príncipe] volvió hacia el zorro:
-Adiós, le dijo...
-Adiós, dijo el zorro. Éste es mi secreto. Es muy simple: No se ve bien más que con el corazón. Lo esencial es invisible para los ojos.


A partir de aquí, el zorro ya no vuelve a aparecer en el libro, pero su secreto sigue en el corazón de los protagonistas:

(cap. XXIV)
-Las estrellas son bellas, a causa de una flor que no se ve...
(...)
-El desierto es hermoso, añadió él.
(...)
-Lo que hace tan bello al desierto, dijo el pequeño príncipe, es que esconde un pozo en alguna parte...
(...)
Como el pequeño príncipe se adormecía, lo tomé en mis brazos y me puse en camino. Estaba enmudecido. Me parecía llevar un tesoro frágil. Me parecía incluso que no existía nada más frágil sobre la Tierra. Yo miraba, a la luz de la luna, esa frente pálida, esos ojos cerrados, esos mechones de cabello que temblaban al viento, y yo me decía: "Lo que veo aquí no es más que una corteza. Lo más importante es invisible..."


(cap. XXV)
-Los hombres de tu planeta, dijo el pequeño príncipe, cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín... y ellos no encuentran en él lo que buscan...
-Ellos no lo encuentran, respondí yo...
-Y sin embargo lo que ellos buscan podría ser encontrado en una sola rosa o en un poco de agua...
-Por supuesto, respondí yo.
Y el pequeño príncipe añadió:
-Pero los ojos son ciegos. Hace falta buscar con el corazón.


Supongo que si buscamos con el corazón, tal vez lleguemos a encontrar esa rosa o ese poco de agua de nuestro interior que nos hace a ti y a mí tan bellos. Y lleguemos a conocer lo que realmente somos. ¿Tú ya lo sabes?

post scríptum:
Tenía una tira cómica en el subconsciente cuando pensé en este post. Pero estaba tan 'enterrada' que no me vino a la cabeza en el momento de publicarlo. Así que, como no puedo añadirla en los comentarios, la dejo aquí mismo (más vale tarde que nunca):
.



Opciones:

a) tratar de ver esta miniatura 'a pelo', con el problema de que los ojos quedan bastante perjudicados...

b) hacer click con el ratón sobre la imagen, y entonces se puede ver a un tamaño decente.

Elegid la que más os guste ;)

sábado, 20 de octubre de 2007

el espíritu de las leyes

(13ª parada)
"Os daré un corazón y tendréis un nuevo espíritu en vosotros. Quitaré esos duros corazones de vuestro cuerpo y os daré corazones sensibles, para que disfrutéis con mis preceptos y los tengáis siempre presentes. Vosotros seréis mi familia y yo seré vuestro Dios".
(Libro del profeta Ezequiel, cap. 11: 19-20)

"La libertad es el derecho de hacer todo lo que las leyes permiten, de modo que si un ciudadano pudiera hacer lo que las leyes prohíben, ya no habría libertad, pues los demás tendrían igualmente esta facultad".
(Montesquieu, ‘Del espíritu de las leyes’)

Tengo que reconocerlo. La faceta histriónica de Jim Carrey perfora la red de pesca con la que trato de sacar algo interesante de las aguas de sus largometrajes. No digo que a veces no sea divertido; pero es que en otras se me hace insoportable. Eso sí, cuando el muchacho se pone (o el director le obliga), le puede quedar una peli bastante potable, como es The Majestic. Al menos, bastante potable para mi humilde gusto. En The Majestic (y sin contar nada de la trama) escuché un diálogo súper-interesante que me da pie para meterme de lleno en el tema. Sucede que en cierto momento se está cuestionando la validez (o la importancia) de los principios contenidos en la Constitución estadounidense y su Declaración de Derechos. Uno de los personajes dice de ella: “Tan sólo se trata de un trozo de papel con unas firmas debajo... Un contrato renegociable...” (más o menos).
Bien, pues aquí me detengo yo para considerar lo que puede motivar a alguien a pensar de esta forma.

El concepto de “la Ley” suele estar teñido de connotaciones negativas para los seres humanos. Por causa de las leyes entendemos limitadas nuestras libertades. Siempre hemos destacado más la pérdida de libertad que la ganancia de protección, pero es normal: la libertad es un derecho inalienable de cada persona y nos repugna que algo pueda afectar este derecho. Las leyes pueden causarnos múltiples quebraderos de cabeza en forma de todo tipo de sanciones, multas o incluso prisión (¡adiós, libertad!), y es que también podemos infringir las leyes por desconocimiento, sin mala intención. Las leyes parecen ser ‘esas imposiciones’ que preferimos saltarnos cuando nadie mira, sobre todo si nos permite sacar ventaja sobre los demás.
¿A quién le gusta ir a menos de 120 km/h en una autopista segura o parar en un semáforo rojo sin nadie a la vista?
¡Que levante la mano quien le guste pagar impuestos!
¿A qué fumador le apetece apagar su cigarrillo al entrar en un lugar público?
Y así podría seguir con más situaciones que los humanos nos hemos encargado de llenar de leyes y leyes... Aborrecemos el vacío legal, porque en él siempre habrá alguien que tratará de abusar de una posición privilegiada sobre los no tan afortunados. O quien tratará de explotar la libertad de otros ejercitando su propia libertad. En principio, por eso existen las leyes y ése es su verdadero sentido. Pero le hemos dado la vuelta a la tortilla, convirtiendo nuestro mundo en un laberinto legal de tal dimensión que es imposible moverse por él sin la ayuda de “profesionales de lo legal” que, en ciertos casos, más que velar por la integridad del espíritu de las leyes (es decir, por lo que es de Justicia) lo hacen por los aspectos más formales de esas leyes (incluso contrarios a su verdadero espíritu). Esos casos provocan cierta desconfianza en todo este sistema. La lentitud desesperante con la que se mueve es, además, otro motivo de desconfianza.

Supongo que al principio todo fue más sencillo: El espíritu de las leyes estaba más a la vista, todavía no había quedado cubierto por capas y capas de barniz burocrático. Tenía sentido pensar en el significado de las leyes y éste era accesible a todo el mundo. Imagino aquel “We, The People...” y me da mucho gusto pensar en toda una nación gritando a voz en cuello: Se acabó para nosotros el mundo donde unos pocos quieren acaparar el poder que nos corresponde a todos. Ahora NOSOTROS, EL PUEBLO, nos declaramos soberanos. Ni un rey, ni la nobleza, ni el clero van a usurpar más ese derecho que tenemos por nuestra condición de seres humanos libres, iguales y fraternos.
Y ahí está el verdadero espíritu de cualquier ley (No pienses sólo en ti mismo. Piensa también en los demás). El amor a uno mismo y al otro por igual debe ser el motor de cualquier legislación. El reparto equitativo de los beneficios y las cargas. Eso sí, cuando uno contempla el nivel de egoísmo en que vivimos y del que no estamos dispuestos a apearnos, se pregunta si es posible que podamos llegar a entender las leyes en su verdadero espíritu.
Cuando un escriba, un doctor de la Torah, quiso ‘pillar’ a Jesucristo con la pregunta “¿Qué es lo más importante de la Torah?” se llevó un pequeño corte al recibir la respuesta: “Amarás a Dios y amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos preceptos depende toda la enseñanza de la Torah y de los profetas”. Él podía hablar de esto. Toda su vida fue una demostración práctica de una ley encarnada en una persona feliz de vivirla. En otras palabras, le estaba diciendo al estudioso de las leyes: ¡Hale, no le busques cinco pies al gato! ¿Qué quieres? ¿Excusas para seguir en las mismas? Dale sentido a lo que haces basándolo en el amor y el respeto por todo lo que te rodea.

Un ejemplo más que simplón: Cuando voy en coche por mi ciudad, me doy cuenta de que una de las causas principales de embotellamiento del tráfico es el estacionamiento en doble fila. Es exasperante encontrar vehículos en doble fila a la puerta de los bares (¡claro, como hay tan pocos bares, mejor ir hasta ellos en coche! ...no puedo ser más irónico). El tipo abandona su coche y piensa que mientras esté cerca, si a alguien le molesta que llame. Pero acaba de convertir dos carriles libres en uno y el semáforo parece que ahora está en verde sólo la mitad de tiempo que en condiciones normales (¡Ah, Einstein y su relatividad...!). Si este personaje se pasa 5 minutos en el bar (lo dudo) ha hecho perder un minuto a cada uno de los 40 conductores que pueden haber pasado en ese tiempo. En total, 40 minutos. El mensaje: Mis 5 minutos de bar son más importantes para mí que vuestros 40 minutos con vuestras familias, en vuestros trabajos ...o en vuestros bares. Esto es sólo un ejemplo típico de cómo el incumplimiento de una ley no es otra cosa más que una falta de respeto hacia los demás.
Los revolucionarios franceses supieron adoptar el correcto espíritu de las leyes (estaban en la onda del "We, The People") y acuñaron el famoso lema: LIBERTÉ, ÉGALITÉ, FRATERNITÉ. Ellos, que no se mostraron como especialmente religiosos, demostraron que el respeto por el otro no es patrimonio exclusivo de la cristiandad (en ocasiones pareciera incluso lo contrario, lo digo con cierta vergüenza). Sin embargo, el lema revolucionario es un hermoso ideal que ha sido traicionado tantas veces... El extraordinario José Luis Sampedro contaba en una entrevista que le hicieron hace años (creo recordar que aún estaba en pie el muro de Berlín, aunque poco le quedaba para el derribo) cómo nuestra sociedad aplicó los principios de la Revolución francesa contra el Ancien Régime. Decía (aproximadamente) que el bloque occidental se ha preocupado de la LIBERTAD, de que todos sus ciudadanos se sientan libres para desarrollar sus vidas. Mientras, el bloque del Este (al otro lado del telón de acero, cuando existía) mostró fijación por la IGUALDAD, que todos sus ciudadanos se sintieran iguales en oportunidades, derechos y deberes. Sampedro terminaba diciendo que, lamentablemente, tanto unos como otros se olvidaron de la FRATERNIDAD, ese ingrediente tan importante para dar sentido al conjunto. Y quedó incompleto el espíritu que habría podido llevar a mejor término un cambio tan drástico en nuestra historia.