domingo, 21 de noviembre de 2010

los largos sollozos de los violines de otoño

(área de descanso nº 105)
Les sanglots longs
Des violons
De l'automne
Blessent mon coeur
D'une langueur
Monotone.

Tout suffocant
Et blême, quand
Sonne l'heure,
Je me souviens
Des jours anciens
Et je pleure.

Et je m'en vais
Au vent mauvais
Qui m'emporte
Deçà, delà,
Pareil à la
Feuille morte.
.
("Chanson d'automne", Paul Verlaine, 1844-1896)

Los largos sollozos
de los violines
de otoño
hieren mi corazón
con una languidez
monótona.

Muy sofocante
y pálido, cuando
suena la hora,
recuerdo
los días lejanos
y lloro.

Y me voy
con el mal viento
que me lleva
de un lado a otro,
parecido a la
hoja muerta.

Aunque los preparativos de la operación Overlord (el desembarco aliado en las playas de Normandía a finales de la primavera de 1944) estuvieron suficientemente revestidos de silencio y reserva, los alemanes no permanecían tan a oscuras como se podía creer. En realidad, sus servicios secretos habían conseguido noticias importantes, si bien no habían logrado enlazarlas y valorarlas exactamente. La indicación más importante había sido recogida por la Abwehr, el servicio secreto del almirante Canaris, gracias a la delación de un miembro de la Resistencia francesa. El traidor refirió a los alemanes que los aliados anunciarían el inminente desembarco a los guerrilleros mediante la transmisión de algunos versos de Verlaine. Los versos convenidos -dijo el traidor- eran los siguientes: Les sanglots longs / Des violons / De l’automne / Blessent mon coeur / D’une langueur / Monotone. Según explicó el espía, los aliados emitirían los tres primeros versos del poema, junto con otros, en los días precedentes al desembarco. Pero cuando emitieran la segunda parte, quería decir que el desembarco se efectuaría dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes. La información resultará exactísima y será el último servicio prestado por Canaris a Alemania, porque poco tiempo después el misterioso almirante será destituido de su cargo y la Abwehr será disuelta por orden de Himmler. En todos los escondrijos de Francia, las fuerzas de la Resistencia están a la espera. Es extraño y a la vez increíble que, en el momento de mayor tensión, Francia esperase como señal salvadora los versos de uno de sus poetas malditos.
El servicio secreto alemán había advertido a todos los puestos de escucha de la costa francesa que la transmisión de la segunda parte de la poesía de Verlaine podía significar que el desembarco era inminente. En especial, se había dado la alarma al coronel Meyer, que dirigía la sección de información del XV Ejército en Calais. La noche del 5 de junio, a las 22:30 horas, el coronel Meyer saltó de su asiento: la radio aliada había empezado a transmitir los versos finales de la estrofa del poema de Verlaine. Aquí está, pensó excitado el coronel, todo concuerda. Él mismo había logrado escuchar los días anteriores, mezclados con otros mensajes destinados a la Resistencia, los primeros tres versos de la Chanson d’automne. Inmediatamente corrió a avisar al mando del XV Ejército, al mando del Grupo de Ejércitos B de Rommel y finalmente al mando de Von Rundstedt, que a su vez pasó la noticia al general Jodl, en el Cuartel General de Hitler. Pero todo fue inútil. Probablemente, los jefes no tomaron en serio la cosa. Jodl, por ejemplo, no dio la alarma porque pensó que la habría dado Von Rundstedt, y este último se comportó del mismo modo suponiendo que ya lo habría hecho el puesto de mando de Rommel. Por consiguiente, aunque el destino hubiera concedido a los alemanes una pequeña chance, a lo largo del frente costero no sucedió absolutamente nada. Sólo el XV Ejército fue puesto en estado de alarma a petición del inquieto coronel Meyer. El VII Ejército, que a las dos horas recibiría el primer tremendo impacto de la invasión, ni siquiera fue avisado. Sus soldados estaban en el más profundo sueño.
La noche del 5 al 6 de junio de 1944, la más formidable armada de todos los tiempos navegaba hacia Francia. Desplegados en un frente de 35 kilómetros, 4.126 barcos de transporte, protegidos por 13.000 aviones y escoltados por 702 naves de guerra, llevaban hacia las playas de Normandía la primera oleada de las fuerzas de desembarco.

Una bella versión musicada del poema: