lunes, 24 de septiembre de 2012

to everything there is a season

(adentrándome en las nieblas otoñales)

Turn! Turn! Turn! by The Byrds on Grooveshark

"Cada cosa tiene su tiempo y todo lo que se quiere bajo los cielos tiene su hora". Lo escribió el sabio Salomón en el Kohelet y está sonando (si le has dado al play) en la versión melódica de The Byrds. El tiempo es limitado, y por eso hay que saber aprovecharlo bien para dedicarlo en cada oportunidad a lo que corresponda. La vida será quien vaya mostrando qué es lo que toca hacer en cada momento.
Y después de descartar docenas de comienzos para iniciar este post, me he quedado con el que acabas de leer. El resto serán solo para mí.

No es fácil escribir un post de despedida. No lo es para mí, quiero decir. Tengo grabadas en el cerebro esas imágenes de despedidas en que se agitan pañuelos al viento. ¿Por qué pañuelos? Es lo que se tiene más a mano después de enjugar alguna lágrima furtiva. A ver... no quiero ponerme melodramático, porque va a resultar ridículo. Después de algo más de cinco años publicando a ritmo de tortuga (lo sé: empecé mencionando a Esopo, allá en el 2-mil-7 y eso que se me ha pegado), apenas he descansado un par de meses en 2-mil-8. Me toca ahora tomarme todas esas vacaciones que he ido acumulando con el paso de los años.
Es decir, que no es una despedida definitiva, sino un hasta que volvamos a vernos, y cuento con que volvamos a vernos. Mientras tanto, quizás publique en alguna ocasión aislada: a veces arde un fuego tan intenso en el interior, que hay que ponerle algún tipo de válvula para que salga al exterior y no acabe consumiéndolo a uno. La escritura puede servir perfectamente. Pero no será algo ni mínimamente programado, estaré muy ausente.

La decisión no surge de un impulso, sino que llevo unas semanas meditándola. Creo que se ha notado en lo abandonados que tengo los blogs amigos (apenas los estoy visitando últimamente y es algo que me disgusta, pero...) o incluso en la falta de frescura que se estaba empezando a sentir en este.
Es el momento de descansar aquí. Y cuando digo "aquí", me refiero a mi experiencia 2.0, ahora que la 1.0 requiere de mi presencia prácticamente a tiempo completo. Mi otro blog, ih8mondays, también se despide hoy mismo (un lunes, por supuesto), después de un viaje de 71 semanas en 71 imágenes.
Pero volverá.
Volveré.

No tengo muchas cosas más que decir. Solo expresar mi profunda gratitud por todo lo recibido hasta ahora. Esto lo comprende quien lo vive, así que no es necesario que les cuente a otros blogueros en qué consiste esa experiencia. Lo sabes porque también lo estás viviendo, ¿no es cierto?

Y nada más. Solo un último detalle. Algo paradójico. Este fin de semana, una muy buena amiga compartía conmigo una canción que ha llenado mi cabeza bastantes horas, hasta la escritura de este post. Y va a servir como despedida (prácticamente solapándose con Turn! Turn! Turn!), aunque la letra diga todo lo contrario a las palabras que se dirían en una despedida:

I don't have to leave anymore
What I have is right here
(...)
I am yours now
So now I don't ever have to leave

sábado, 22 de septiembre de 2012

ya es otoño

(atravesando diez preguntas...)

Sí, ya es otoño (adiósssss, verano, adióssssss). Pero no voy a hablar de eso. Solo quería saludar a la nueva estación ...y que nos sea propicia, si ella quiere.
El post de hoy es un meme que me propone Lily, una chica muy simpática que escribe en Lily y el mundo. Se trata de responder a diez preguntas. Y como son facilillas y siempre puedo regatearlas un pelín (aunque diciendo la verdad verdadera, porque mentir es trampa), me he animado a contestar este deca-questions.
Allá voy.

1) ¿Qué te da miedo?
¡Demasiadas cosas! Pero es algo de lo que no me gusta hablar. Por dos motivos: Uno, porque los miedos son debilidades y no me gusta exponer mis puntos débiles al mejor postor (nunca se sabe qué personaje malintencionado puede acabar haciendo uso de tal información). Dos, porque darles bola es una forma de agrandarlos y estoy en proceso de matarlos de hambre. A ver si funciona ;)

2) ¿Cuándo es tu cumpleaños?
El 10 de agosto (espero vuestros e-mails para precisar adónde tenéis que enviarme los regalos... el 10 de agosto está a la vuelta de la esquina y el tiempo pasa volando: ¡¡ya solo falta CASI un año!!).

3) ¿Cuál es tu signo zodiacal?
Ahora es cuando me toca recordar ese chiste:
      - ¿Qué es peor: la ignorancia o la indiferencia?
      - Ni lo sé ni me importa.
Bueno, lo que quiero decir es que me da lo mismo lo del signo, nunca me he tragado estas cosas. Así que cuando me preguntan cuál es mi signo, digo que Ofiuco (la proscrita 13ª constelación zodiacal).

4) ¿Cuál es tu color de ojos?
El iris: marrón, pero con unas vetas radiales de color marrón un poco más oscuro (ahí queda eso). Y la parte blanca depende de cómo lleve el día... xD

5) ¿Te has emborrachado alguna vez?
Nop. Aquí aplico el sabio consejo de Les Luthiers: "El alcohol, solo en las heridas". Es decir, que soy abstemio.

6) ¿Te has enamorado de alguien como para llorar?
Ah, pero... ¿hay alguna otra forma de enamorarse? (mireusté, yo es que soy algo llorón, ¿sabe?)

7) ¿Te han decepcionado?
Buff... Mucho. Decepcionar y ser decepcionado, es lo que hay. Decía Audrey Hepburn que a ella la vida no podría decepcionarla porque no esperaba nada de ella. Y no fue ni una persona triste ni pasiva ni amargada... Así que quizás sea ese el método, ¿no?
Mientras tanto, voy de trastazo en trastazo. Y la parte negativa es que me endurezco y me equivoco (a veces pagan justos por injustos). Mal.

8) ¿Tu comida favorita?
Como me he acostumbrado a lo que yo llamo "comida de supervivencia" (es lo que pasa cuando solo se cocina para uno mismo), cualquier cosa sencilla ya me parece un manjar. A veces valoro mucho más la compañía o el lugar (por ejemplo, un bocata en una salida campestre puede ser una délicatesse), antes que la propia comida en sí.

9) Lugar donde te gusta que te besen.
En cualquier lugar: en la playa, en el ascensor, en la cama, en el sofá, en la orilla de un río, en la calle, en la cima de una montaña...
Sí, ya sé que estabais pensando en otra cosa... Hale, circulen, aquí ya no hay nada que ver... xDDD

y 10) Canción que escuchas en este momento.
"Little talks" (Of Monsters and Men). La culpa es de Maeglin, que me la ha pegado y ahora me apetece cada vez que quiero algo de marcha. ¡Hey!

Las reglas dicen que en este momento debería pasar el cuestionario a otros diez blogueros. Pero creo que es más divertido si lo hace quien sienta las ganas o el impulso de hacerlo. Que nadie se cohíba ;)

no me voy sin dejar el toque otoñal

lunes, 17 de septiembre de 2012

gemelas

(área de descanso nº 196)

Leticia relee su diario, páginas y páginas en que ha derramado sus sentimientos más íntimos. Los ojos de la mujer nadan sobre las letras que dan forma a cómo ella siente la realidad que vive a diario. Allí destacan los fracasos, sinsabores y tristezas. Se ahoga en la angustia de sus propias lágrimas, que nublan su mirada y dibujan borrones de tinta en algunas palabras...
Cuando ya no puede más, Mara cierra el diario. Y acude a otra versión de su propia vida.

Mara abre su álbum de fotos. No se reconoce, pero es ella. Sonriente, feliz, arrebatadora. Por más que hojea el tomo, no encuentra ninguna foto de lo que se cuenta en el diario. No hay discusiones, no hay desengaños, no hay melancolías, no hay rupturas, no hay lágrimas. Ningún grito de desesperación, ninguna mueca de dolor, ningún desgarro del alma. Sí hay un viaje a Canadá, otro a Holanda, un cumpleaños en la playa, risas con la sobrina recién nacida, una boda de unos amigos, vacaciones en un refugio de montaña, cena en casa de unos compañeros de trabajo...
No parece la misma mujer que ha escrito el diario. Y Leticia se queda dormida con el álbum sobre su regazo.

Más tarde, se despierta. Se levanta y va al cuarto de baño. Se mira en el espejo y ahí está Mara. Otra vez.

martes, 11 de septiembre de 2012

campo de batalla

(área de descanso nº 195)
"At my signal, unleash hell".
(Maximus en "Gladiator" de Ridley Scott)

Una mosca revolotea cerca de un árbol de la ciudad, uno de esos árboles atrapados en sus alcorques, como si fueran prisioneros sentenciados a cadena perpetua en sus celdas de la cárcel estatal. El vuelo zigzagueante, el dibujo de una línea poligonal trazada a base de los bruscos cambios en el rumbo del díptero indeciso, es captado por una pequeña mantis camuflada en el árbol. Hipnotizada por esa geometría aleatoria, espera la oportunidad para atacar. Un gorrión da saltos sobre las baldosas del pavimento urbano. Búsqueda infructuosa, el suelo está escaso de comida en este día. No hay migajas, no hay nada. Con un ágil giro de cuello, da un vistazo a una rama del árbol próximo. El movimiento casi impercetible de una pata de la mantis ha delatado al insecto, que ahora está en el punto de mira del pájaro. Un gato callejero se mueve entre los contenedores, su cuerpo es capaz de atravesar rendijas mínimas. Agazapado, con las pupilas dilatadas al máximo, las orejas pegadas a la cabeza, prepara todos sus músculos para dar el salto definitivo sobre un desprevenido gorrión. A la vuelta de la esquina, se pasean tres macarras con botas militares, cadenas en el cinturón y camisetas desharrapadas. Uno de ellos sujeta con una correa a un gran perro que acaba de olisquear al gato callejero y se pone alerta. Un cruce de miradas y la tensión llena todo el espacio entre ellos. En la calle contigua, una banda rival acude al punto de encuentro con bates de béisbol y muchas ganas de armar bronca. Comienzan a lanzar gritos amenazadores cuando avistan a sus adversarios. En ese mismo momento, un coche de la policía llega al lugar, avisado por algún chivatazo. Uno de los policías de la patrulla contempla la escena oscurecida por sus gafas de sol, e inmediatamente baja del vehículo sujetando con una mano la porra que está a punto de desenfundar.

Y todo sucede en un instante. La mosca se posa en las gafas de sol del policía... y es la señal.
Entonces, se desencadena el infierno.

sábado, 1 de septiembre de 2012

el 22 de noviembre es santa cecilia

(área de descanso nº 194)
"Por otra parte, ahora ya no sé quién de ellos estaba en lo justo: cuando han pasado muchos años, el fuego de las pasiones se extingue, y con él lo que creíamos que era la luz de la verdad. ¿Quién de nosotros es todavía capaz de decir si tenía razón Héctor o Aquiles, Agamenón o Príamo, cuando luchaban por la belleza de una mujer que ahora es ceniza de cenizas?"
(Umberto Eco, "El nombre de la rosa")

Santa Cecilia, patrona de los músicos. Aunque quien ha dado el cante esta vez ha sido otra Cecilia. Está en los medios, allá donde se mire. La extraña noticia ha corrido como reguero de pólvora, extendiéndose inexplicablemente por los cuatro costados del mundo.
No es Cecilia la protagonista principal, sino su "obra maestra", esa restauración de un fresco en la iglesia del Santuario de Misericordia de Borja, en la provincia de Zaragoza. Una vez más, el autor a la sombra de su creación, que termina devorando al demiurgo que la trajo al mundo.
La dichosa "restauración" es un tema recurrente en muchas conversaciones que animan lo anodino y deprimente del panorama informativo en estos días. No es algo que se busque, sale solo. Por ejemplo, el otro día, con amigos y después de cenar, entre un mar de risas. Es que, lo siento, pero cada vez que me imagino el Ecce-Homo-restaurado me da la risa floja. Y no lo entiendo. Me recuerda un poquillo (y salvando el abismo de diferencias, pero, como diría si se tratara de personas que no se acaban de parecer del todo, me tiene un ligero aire a...) El grito, de Edvard Munch. Lo ves ahí, con sus oscuros ojos alienígenas, la atormentada expresión, una boca que es un desgarro oblicuo, cabellera y barbas que más parece que el Ecce Homo tuviera un shapka-ushanka bien calado en la cabeza y una bufanda rodeándole el cuello...  y ¿cómo no tomarlo por un retrato expresionista? Qué diferente de la figurativa (y también vulgar e insulsa) obra original de Elías García Martínez.

No es tanto la pintura lo que me da la risa, sino las circunstancias que han rodeado el despropósito, la comparación, el antes-y-después, lo rocambolesco, lo arraigado de la peripecia en la idiosincrasia nacional, el poco sentido del ridículo, el atrevimiento de la ignorancia, el sentido de lo artístico, el misticismo en alpargatas, el toque surrealista, los rostros ojipláticos, la indignación a destiempo, tarde, mal y a rastras... e incluso la disparatada cantidad de reacciones que una noticia absurda ha provocado en la faz de esta canica rodante por el cosmos proceloso. Sus risas también me dan risa.
Un famoso presentador de un programa humorístico extranjero pronuncia con cierta dificultad y acento característico el nombre de la "artista" española: Se-sí-lia Gui-mé-nes, mientras su numerosa audiencia ríe a causa de la noticia. En un diario de la India, en las noticias de la televisión rusa, en una revista australiana, en un late night estadounidense, en una viñeta de un ilustrador chileno... se han estado vertiendo imágenes y palabras sobre un asunto ocurrido en una remota comarca aragonesa que a duras penas serían capaces de localizar en un mapa. El tema ha dado también para que un montón de parodias hayan copado redes sociales como twitter o facebook. La blogosfera no se ha quedado atrás a la hora de dar cuenta de la "restauración".
¿Quizás es que esté pasando algo extraño con las noticias? Puede que solo sean unas ganas irresistibles de reírse después de tanto palo. Hacía falta alguna zanahoria que echarse a la boca. O unas carcajadas que salieran de ella.

¡Qué parecidos pueden ser los ancianos y los niños! En su ingenuidad, ellos esperan que el resto del mundo aprecie las buenas intenciones que animan sus actos. A mí me pasó de niño. Una tontería sin importancia, pero también relacionada con afán pictórico. Los ingredientes: un verano en el pueblo de mi madre (también en la provincia de Zaragoza) con mucho tiempo que gastar y un peirón algo descuidado (en fotos más recientes lo he visto muchísimo más atendido que antaño: incluso han llegado a decorar la parte inferior con piedra y azulejos), en un ensanchamiento de una calle muy cerca de la casa, con el encalado casi desprendiéndose y su par de fuentes, una a cada lado. Se me ocurrió decirle a la vecinita qué le parecía la idea de mejorarlo un poco, pintando algo alegre con unas ceras de color. Nada de pinturas que aplicar con brocha o espray, lo nuestro iba a tener una pinta mucho más colegial, no porque lo hubiéramos decidido así, sino porque era lo que teníamos a mano y no se nos había ocurrido otra cosa. Empezamos con entusiasmo, pero la obra era ardua. Y una vez empezada, no parecía serio dejarla sin terminar. En varios días, pintamos guirnaldas multicolores, grupos florales y no sé cuántas cosas más. Todo precioso. Nos lo parecía, al menos. Hubo personas que miraron y no dijeron nada, pero a los pocos días recuerdo que me cayó una gran bronca por vandalismo. O algo así. Y algún día después, la obra que tanto nos había costado terminar era tapada por un nuevo encalado que dejaba el peirón blanquito e impoluto. Me pregunto si aquel verano alguien se hubiera preocupado de ese peirón en el caso de que estos chavalillos-gamberretes-con-muy-buenas-intenciones no le hubieran metido mano.
Quizás el fresco de la iglesia borjana, esa obra hecha en un par de horas sobre un muro no tratado y que presentaba un aspecto lamentable, recibía la misma atención que el peirón desconchado, hasta que una octogenaria se decidió a perpetrar una extravagante restauración. A partir de ese momento se habla de atentado contra el patrimonio, aunque unos días antes ese mismo patrimonio lo estuvieran barriendo del suelo, con escoba y recogedor.

No sé cómo se debió de llegar hasta ahí, pero imagino alguna conversación como esta:

- Cecilia, hija mía -comienza el cura-, ¿qué te parece si mañana te traes tus pinceles y tus pinturas, tú que eres tan habilidosa, y con esa maña que Dios te ha dado le metes un repasico a la talla de San Bartolomé, que tiene una rozadura en un costado?
- Ay, padre, claro que sí -responde la voluntariosa Cecilia-. Mañana mismico me pongo con ella.

Y así con varias piezas de la iglesia.
En su afán restaurador, un día, la buena de Cecilia descubre que el Ecce Homo también necesita un buen repaso, que se le está cayendo toda la pintura. Y como (supongo que alentada por el cura, algún parroquiano y también por su propio orgullo servicial) ya se está gustando en esa labor de conservadora de la imaginería de la cristiandad, la señora no necesita más permiso que su disposición desinteresada para hacer las cosas. Pero tampoco lo hace clandestinamente, porque no tiene por qué esconderse cuando sus intenciones son inmejorables. Como los niños que pintan flores en un peirón del pueblo. Estas cosas se hacen a la luz del día, aunque los-que-en-el-momento-vieron-y-callaron luego pongan el grito en el cielo o nieguen su conocimiento de los hechos o su responsabilidad en el lío posterior.

Aguante, señora Cecilia, aguante. Reconozco que tiene que ser muy difícil pasar del anonimato más absoluto, en la cotidianidad de su pequeño pueblo, a ser la starlette en las noticias del mundo entero. ¡Cuánta presión, señora Cecilia! De haberlo sabido, quizás hubiera registrado esa imagen que ya se ha paseado por todo el orbe y ha sido reproducida con frenesí. ¡Qué cantidad de royalties se ha perdido de cobrar, con la SGAE de su parte! ¿Y cómo hubiera podido saber el mismísimo Elías García que su insignificante obra (ahora cubierta por la "restauración") la verían hasta en las antípodas? Ni soñarlo siquiera.
Aguante un poco más, señora Cecilia, porque en este loco mundo todo pasa a velocidad de vértigo. Unos pocos días más y cualquier otra tontería mediática habrá eclipsado a su Ecce Homo reloaded. Incluso es muy posible que el día en que celebre su próximo santo, el 22 de noviembre, el de la patrona de los músicos, suenen otras trompetas lejanas y ya apenas esbocemos una leve sonrisa si llegamos a recordar su trastada veraniega.