"El alma no va en línea recta, ni crece como una caña.
El alma se despliega como un loto de innumerables pétalos".
(Jalil Gibrán, "El Profeta")
He conocido muchas personas que no cejan en ayudar a los demás. Personas que, sabedoras de su lugar allá donde se encuentren, hallan tiempo y energías que dedicar al beneficio de otros menos favorecidos. Personas que disfrutan en la tarea de prestar sus manos a quienes están necesitados de unas para tratar de salir adelante. Personas que te convencerán, sin utilizar ningún tipo de coacciones o de chantajes, de que tú también puedes echar un cable, de que es sencillo y te reportará grande satisfacción. Si lo deseas, te llevarán al lugar en que puedes ser necesario, y nunca olvidarás la hermosura de esa experiencia.
He conocido unas cuantas personas discretas, amables, afables, equilibradas, que saben estar en su sitio. Personas trabajadoras, que saben valorar las pequeñas cosas y disfrutan con ellas. Y que, precisamente por conocer el valor del esfuerzo, también son generosas con todos aquellos que se cruzan en su camino.
He conocido algunas personas brillantes. Tan brillantes que, con sus rayos de luz, hacen aparecer arco-iris entre las gotas de lluvia. Personas capaces de pintar cielos azules en los días más oscuros. Personas de mente abierta y dispuesta a mirar el futuro con alegría y optimismo.
He conocido muy pocas personas que sepan comprenderme. Que lean en mis miradas, en mis gestos, incluso en mis intenciones antes de ser manifiestas. Personas con las que no necesito palabras para ser entendido. Personas con las que puedo utilizar un lenguaje tan personal, tan único, tan exclusivo, que parece como si hubiera sido inventado por nosotros y solo para nosotros, aun sin saber ni cómo ni cuándo. Personas con las que sigo entendiéndome a pesar de los altibajos, de las circunstancias por las que atraviesa toda relación y que, como el oleaje del océano, van uniendo y van separando.
He conocido bastantes personas dulces como una caricia, oportunas como la sombra de un árbol bajo el sol del mediodía en jornada calurosa, refrescantes como el vaso de agua que se ofrece al sediento, animosas como el abrazo recibido en el momento de mayor necesidad.
He conocido ciertas personas capaces de comenzar de cero una y otra vez. Personas dispuestas a dejar atrás lo que impida seguir creciendo y con valor para reinventarse sin caer en el desánimo o en el abandono, superando dificultades, miedos, obstáculos. Personas que han decidido levantarse tantas veces como sea preciso, sin importar las pérdidas y pensando solo en la futura ganancia, mejor y más provechosa. Personas de enorme fuerza interior, pero que ni siquiera son conscientes de que la poseen.
He conocido algunas personas de esas que cambian el mundo cuando aparecen en él. Como si fuera su sino, como si hubieran sido diseñadas para ello. Personas que, sin alardes, sin alharacas, sin estruendo, con la mayor naturalidad, tiñen con su esencia el entorno en el que viven. Personas que, a la larga, marcarán un antes y un después.
He conocido varias personas que no dejan de crecer en sus virtudes y que han decidido dejar de alimentar sus defectos. Son personas ejemplares, que no necesitan abundar en palabras, que no precisan proclamar sus sólidos principios en discursos vacíos. Son personas calladas, porque sus actos son más fuertes que sus palabras y son ellos los que hablan en su lugar. Personas modélicas que con sus vidas serán capaces de sacar lo mejor de los demás.
He conocido una cantidad de personas queridas por todos los de su entorno, personas que dejan huella en su presencia y en su ausencia. Personas que son referentes por mantener la alegría en las circunstancias más difíciles. Personas que, en el recuerdo cariñoso que dejan a su paso, mantendrán la atmósfera de dicha aun a centenares o miles de kilómetros.
He conocido a muchas personas extraordinarias.
Pero solo he conocido una en la que se junten todas esas cualidades tan admirables.
Es mi hermana y hoy es su cumpleaños. Treinta y tantos. Y cada vez estoy más impresionado y más orgulloso de haber compartido una parte de mi vida con alguien como ella.